La História de la Batalla de Zama

La batalla 

Disposición de los ejércitos.
Parece que Aníbal, sabedor de su inferioridad en tropas montadas, confió la responsabilidad de la victoria a su infantería. A ese fin, esperaba que ocurrieran una de dos cosas: que sus elefantes dispersaran a la caballería romana, o que ésta persiguiera a los diezmados jinetes cartagineses fuera del campo de batalla, permitiendo que la infantería de Aníbal se enfrentara a las legiones cuerpo a cuerpo.

Disposición inicial 

Aníbal formó a sus 37.000 infantes (50.000, según Apiano) en tres líneas, 3.000 jinetes a los flancos y alrededor de 80 elefantes[1] en el frente. Este número de elefantes es mucho mayor que el que normalmente utilizaba Aníbal. Escipión formó alrededor de 20.000 legionarios, más 14.000 auxiliares, que incluían 6.000 númidas traídos por Masinisa,[2] 2.700 equites.
Los cartagineses formaron 3 unidades colocando a los 80 elefantes al frente; la primera unidad estaba formada por la cifra de 12.000 infantes entre ligures, galos, mauritanos y baleares[3] ; la segunda, por africanos y cartagineses, de los cuales, entre éstos últimos, había muchos ciudadanos que iban a luchar para defender su tierra, y una legión de 4.000 macedonios[4] al mando de Sópatro;[5] y la tercera unidad estaba formada por la infantería veterana de Aníbal, en su gran mayoría brutios, directamente bajo sus órdenes.
Los romanos adoptaron la disposición clásica de batalla de la legión, denominada triplex acies: con los jabalineros hastati en primera línea, los veteranos principes en segunda, y los lanceros triarii, armados con lanzas largas, detrás. Las unidades se encontraban separadas por pequeños pasillos que les permitían maniobrar, por los cuales debían escapar los hostigadores vélites cuando la carga cartaginesa se hiciera insostenible, al mismo tiempo que evitarían que los elefantes rompieran la formación.

Primera fase

Escipión el Africano
Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla. Cundió el nerviosismo entre algunos de los elefantes - pues habían sido capturados recientemente -, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida de Tiqueo, creando un gran desorden.
Escipión tomó dos medidas geniales para contrarrestar el ataque de los elefantes: ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales, y tomó, así mismo, la compañía de músicos y los llevó a vanguardia, donde sus cuernos y trompetas espantaron a los animales de la izquierda, de tal modo que retrocedieron y sembraron la confusión entre la caballería númida.
Masinisa ordenó cargar a su caballería númida contra la menos numerosa de Tiqueo. Los elefantes, lanzados a la carga contra la infantería romana, tuvieron un efecto limitado gracias a los pasillos que había dejado Escipión. Atacados desde los flancos por las lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas. La caballería italiana de Lelio atacó, persiguiendo a los jinetes cartagineses fuera del campo de batalla.

Segunda Fase 

Los supervivientes del ejército de Magón se lanzaron contra los hastati, acabando con gran número de ellos. Aníbal ordenó avanzar a la segunda unidad para apoyar el ataque; sin embargo, los legionarios romanos comenzaron el contraataque antes de que llegara el apoyo. Provistos de sus escudos corporales, consiguieron rechazarles. Esta falta de cooperación sembró la semilla del caos en las filas púnicas, que se vieron obligadas a retroceder. Mientras tanto, los legionarios de Escipión acosaron a sus enemigos en retirada hasta que recibieron la orden de repliegue.
Una vez establecidos los cartagineses en posiciones más retrasadas, los romanos lanzaron una nueva ofensiva. Aníbal, deduciendo que sería necesaria una defensa firme, dispuso a su infantería veterana al frente, formando una fila perfecta de lanzas. Los oficiales púnicos dieron órdenes a las tropas en retirada de bordear a la tercera unidad.
El campo se hallaba cubierto de sangre y cadáveres, de modo que los veteranos hubieron de mantenerse a la defensiva. La entrada en combate de los veteranos de la guerra en Italia, desgastadas las menos numerosas tropas de infantería romanas, inclinó la balanza del lado de Aníbal, cuyas tropas comenzaron a ganar terreno.

Conclusión 

La caballería romana de Lelio y los jinetes númidas de Masinisa, ya reorganizados tras la persecución de los jinetes de Tiqueo, regresaron en aquel momento al campo de batalla. Atacaron la formación compacta de los cartagineses desde la retaguardia, de manera que se produjo el colapso del ejército de Aníbal, quien hubo de huir de regreso a Cartago.
Las bajas cartaginesas se elevaban a alrededor de 20.000 muertos,[6] junto con 11.000 heridos y 15.000 prisioneros. Los romanos capturaron también 133 estandartes militares y once elefantes. Por otro lado, entre las filas romanas hubo 1.500 muertos[7] y 4.000 heridos.

Consecuencias

Moneda de 230 a. C. con la efigie de Aníbal, Real Academia de la Historia.
Esta derrota marcaba el final de la Segunda Guerra Púnica. Las condiciones impuestas a Cartago fueron humillantes. Aníbal, que había ganado todas las batallas en Italia y en los Alpes, había sido derrotado en su propio terreno. Tras esto ejerció como funcionario del tesoro en Cartago, pero los sufetes le acusaron de robar fondos del estado. Sintiéndose amenazado, huyó de la ciudad, pues sus dirigentes pretendían entregarle a Roma, en la cual había rumores de que el cartaginés se rearmaba para entrar nuevamente en guerra.
Como consecuencia de su derrota en la Segunda Guerra Púnica, Cartago sería forzada al desarme militar, prohibiéndosele además tener una flota de guerra, algo que rompía su estatus de potencia. Sus acciones militares quedarían condicionadas a la autorización romana, algo que junto con diversas humillaciones, terminaría desembocando en la Tercera Guerra Púnica, en la que la ciudad de Cartago sería finalmente arrasada.

Batalla de Zama.




El 19 de octubre, 202 a. C., tuvo lugar en las cercanías de la misma Cartago la decisiva batalla de Zama, que enfrentaría al ejercito expedicionario romano a las ordenes de  Escipión, más tarde llamado el Africano, con las tropas cartaginesas al Mando de Anibal, que había sido reclamado de Italia y tuvo que volver trayendo consigo algunos de sus veteranos de la triunfal campaña en la peninsula itática.




Por primera vez desde que se enfrentara a los romanos Anibal estaba en inferioridad en Caballería, arma que le había dado a Anibal la victoria definitiva en múltiples batallas anteriores, por ello diseño un enfrentamiento en el que intentando sacar a la caballería del campo de batalla una embestida de sus temibles elefantes barriera la linea de infantería romana, cansarla con los nuevos reclutas aportada por las levas de la ciudad cartaginesa y rematar la faena con la elite de sus tropas: los veteranos que pudo traerse desde Italia.

Sin embargo la batalla no se desarrolló según sus expectativas...


Dispoción inicial de las tropas cartaginesas con los elefantes al frente




Vista de los Elefantes de Batalla y del despliegue de las tropas cartaginesas desde las lineas romanas.
La disposición de Publio Cornelio Escipión respondia a la forma tradicional de batallar de los romanos con la disposición de sus manipulos en cuatro lineas: Velites, Hastati, Princeps y Triari.



Vista del Frente de batalla romano con la Caballería Media romana preparada en el Flanco izquierdo para actuar.

En esta batalla el General romano tiene la iniciativa y mueve primero, se barajan las cartas de mando y comienza la batalla...



En su primer movimiento el General Romana lanza a  la caballería Media contra el ala derecha cartaginesa formada por la caballería media Gala y los Warriors formada por guerreros galos.



La maniobra romana se salda con exito y destroza el ala derecha cartaginesa, los galos no han estado a la altura.



Ahora el General romano que sigue conservando la iniciativa intente repetir su éxito con un ataque de su caballería ligera contra el flanco izquierdo cartaginés, pero la poca caballería numida que se ha mantenido fiel a Cártago resiste en este frente, permitiendo a Anibal tomar la iniciativa y lanzar a sus elefantes contra la infantería romana.



 El general romano responde la la maniobra desplegando a su infanteria pesada contra los elefantes.



La lucha que se establece entre los triari y los elefantes es épica.



Que se salda con la victoria de la infantería romana que aunque con grandes pérdidas consigue eliminar las cuatro unidades de elefantes y obteniendo cuatro victorias que sumadas a las logradas en el flanco derecho cartaginés le dan la victoria en la batalla y provocan la derrota de Anibal sin que hayan entrado en acción sus veteranas tropas de infantería pesada.